AGROECOLOGIA
AGROECOLOGÍA
La agroecología es
una disciplina científica relativamente nueva, que frente a la agronomía
convencional se basa en la aplicación de los conceptos y principios de la ecología al diseño,
desarrollo y gestión de sistemas agrícolas sostenibles. La agroecología se basa en la producción de alimentos,
implementando una mirada integral acerca del ecosistema, incluyendo el entorno
social. Hay muchas etapas para llegar a producir agroecológicamente, quizá la
etapa más difícil de transitar sea la transición, una vez que se logra el
objetivo, no es necesario el uso de insumos químicos. Esta producción se
caracteriza por obtener alimentos mucho más saludables que la agricultura
convencional, y a la vez, asegurando rindes que en ocasiones superan a los de
la agricultura convencional.
BASES
DE CREACION
Uno de
los principales teóricos de la Agroecología ha sido el investigador
chileno Miguel Altieri, que trabaja en la Universidad de
Berkeley; siendo uno de los fundadores del Centro Latinoamericano de Desarrollo
Sustentable (CLADES), marco en el cual se desarrollaron las bases sobre
las que se ha ido fundamentado este nuevo enfoque científico.
La
agroecología plantea desde su nacimiento la necesidad de un enfoque múltiple,
que hace gala de una visión holística, integrando ideas y métodos de
varias disciplinas; muy en la línea de la Teoría General de
Sistemas que el austriaco Ludwig von Bertalanffy desarrolló, en
los años veinte del pasado siglo, para las ciencias biológicas. Es decir, que
los procedimientos analíticos de investigación aplicados por las ciencias, de
los cuales la agronomía es un claro ejemplo, son en exceso reduccionistas,
puesto que tienden a despreciar las interacciones que
se producen entre las partes que constituyen el objeto de estudio. Tal
reducción sólo sería posible si no existiesen interacciones, o si éstas fueran
tan débiles que pudiésemos despreciarlas por su escasa influencia.
Junto a la visión holística veamos qué otros elementos han colaborado en
la gestación de esta ciencia. Según Susanna Hecht,2 la Agroecología incorpora un
enfoque de la agricultura más ligado al medioambiente y más sensible
socialmente; centrado no sólo en la producción sino también en la
sostenibilidad ecológica del sistema de producción. Respecto a la agronomía
clásica en la agroecología se introducen tres elementos que resultan claves: la
preocupación medioambiental, el enfoque ecológico y la preocupación social.
La preocupación ambientalista surge a raíz de la constatación de los
efectos que sobre el medioambiente está produciendo la generalización de un
modelo de agricultura química, que se fundamenta en el uso intensivo del
terreno de cultivo, en una alta incorporación de insumos y, por tanto, de
energía. La visión ecológica se basa en considerar los terrenos de cultivo como
unos ecosistemas, dentro de los cuales también tienen lugar los procesos
ecológicos que suceden en las formaciones vegetales no cultivadas. Si para la ecología
el objeto de estudio es el ecosistema, para la agroecología su objeto ha de ser
el agrosistema —o agroecosistema—; el cual puede ser definido como un conjunto
de componentes físicos y sociales, unidos o relacionados de manera tal que
forman una unidad, un todo cuyo objetivo básico no es otro que la producción de
alimentos de manera sustentable. Esta visión interesa especialmente a la
creciente agricultura ecológica, convirtiéndose así la Agroecología en el
referente de quienes practican ese modo de producir alimentos. La perspectiva
social, económica, política y cultural, se incorpora en la agroecología al
constatar que en la agricultura los factores socioeconómicos y políticos,
influyen decisivamente en las estrategias y decisiones de los agricultores.
Igualmente en la definición de esta nueva ciencia influyeron de manera
importante los trabajos desarrollados desde las perspectivas de la Antropología
y la Geografía, para describir y analizar las prácticas agrícolas de los
pueblos indígenas y los campesinos tradicionales y, en especial, para
desentrañar cuál era la lógica que se aplicaba en estos agrosistemas, basándose
para ello en la recuperación de la tradición oral.3 Los sistemas tradicionales
mostraban una preocupación por el uso de los recursos para la subsistencia no
centrándose en exclusiva dentro del campo de cultivo, sino manejando a la
perfección las interacciones dentro del propio cultivo, y entre el cultivo y el
medio circundante. El análisis de los sistemas indígenas y tradicionales
proporcionó a la agroecología herramientas conceptuales y prácticas para
proponer alternativas a la agricultura industrial.
FUNDAMENTOS DE APLICACIÓN
El enfoque de la agricultura convencional
siempre ha buscado incrementar la producción de cosechas agrícolas sin
considerar las consecuencias posteriores sobre el ambiente en el que se
práctica. Así ocurre, por ejemplo, con la labranza intensiva del suelo,
práctica de monocultivo, uso indiscriminado
de fertilizantes sintéticos, el control químico de plagas y
arvenses, uso intensivo de agua de pozos profundos para la agricultura y
la manipulación genética, entre otras prácticas de la agricultura moderna.
Los agroecologistas no siempre están de acuerdo acerca de
lo que la agroecología es o debería ser, a largo plazo. Diferentes definiciones
del término agroecología se pueden distinguir en gran medida por la
especificidad con la que se define el término “ecología”, así la agroecología
es definida por la OCDE como “el estudio de la relación de los cultivos
agrícolas y el medio ambiente.” Y es de las que más se adecua en todos los
enfoques a lo que es la agroecología.
Estas son prácticas promovidas y aplicadas bajo el
enfoque de la agricultura tradicional. No se debe descuidar y negar que la
aplicación de las prácticas e innovaciones tecnológicas convencionales
incremente la producción agrícola, pero tampoco se puede negar que su práctica
en actividades agrícolas deteriora los recursos naturales en forma considerable
y ocasionalmente irreversible.
El deterioro de la cubierta vegetal,
la erosión del suelo (eólica, hídrica, de fertilidad), el incremento
de la salinidad de los suelos, disminución considerable de
los mantos freáticos, la pérdida de diversidad agrícola biológica y
genética, la resistencia constante de plagas y enfermedades agrícolas, el
azolve de presas, las inundaciones naturales, la eutrofización de
lagos y la contaminación del aire, son algunas de las múltiples consecuencias
de la agricultura basada en agroquímicos y en el uso de grandes cantidades de
energía.
Ante los múltiples factores negativos de la agricultura
convencional, emerge la concepción de la agroecología, y la tecnología de la
agricultura ecológica, que promueve la producción agrícola conservando los
recursos naturales elementales de la producción de alimentos tales como el
suelo, agua y biodiversidad. Estas acciones se basan en el respeto a las
comunidades rurales (quienes aportan el material genético mejor adaptado a las
condiciones locales) y a los principios éticos y humanos en la realización de
estas actividades.
La agricultura ecológica, como puesta en práctica de la
ciencia agroecológica, puede ser altamente productiva y a su vez sostenible en
producción y conservación a largo plazo con la finalidad de poder solventar el
abastecimiento de alimentos a una creciente población humana. En esta
perspectiva, el diseño y manejo de agroecosistemas sostenibles no puede ni debe
abandonar las prácticas convencionales, sino que debe considerar las prácticas
tradicionales para justificar su sostenimiento. Se trata de diseñar
científicamente nuevas concepciones y tecnologías agrícolas, sobre la base de
los métodos y conocimientos ecológicos actuales y los principios tradicionales
de conservación de los recursos naturales que muchas comunidades rurales tienen
y en las que cubren sus necesidades alimentarias sin requerir grandes insumos
externos en su ciclo productivo.
Los países europeos, seguidos por otros altamente industrializados
tales como EEUU y Australia, han implementados algunos principios
agroecológicos en sus políticas de desarrollo agrícola pero no han sido de
mucho impacto debido a empresas fabricantes de semillas transgénicas,
agrotóxicos y demás componentes químicos orientados a la práctica de la
agricultura convencional a gran escala tales como Monsanto, Río Tinto Alcan,
entre otras, han ejercido mucha presión para promocionar un modelo de
agricultura industrializada convencional de alto impacto ambiental, y pese a
que se ha comprobado la nocividad de sus productos para el ser humano y para
los suelos, incluso con prohibiciones de distribución en países como Francia,
aún continúan expendiendo sus productos altamente tóxicos en países de Asia y
Latinoamérica, donde actualmente las tendencias agroecológicas están tomando
nueva fuerza, oponiendo resistencia al uso de estos productos que en muchos
países como Paraguay, están poniendo en peligro de extinción semillas
originarias y milenarias de la región del Mato Grosso y la Cuenca del Río
Paraná.
PRINCIPIOS AGROECOLÓGICOS
·
Reducir el uso de insumos nocivos
para el medio ambiente, manufacturados, costosos o escasos y aumentar el uso de
insumos naturales y locales, la vez que se refuerzan las interacciones
biológicas para promover procesos y servicios ecológicos. Por ejemplo, el uso
de cultivos de cubierta que fijan el nitrógeno, o la rotación de cultivos que
tienen relaciones micorrizas, reemplazar el uso de fertilizantes que contienen
nitrógeno sintético; o el uso de la biodiversidad autóctona y el control
biológico para el manejo de plagas, enfermedades y malas hierbas, así como la
reducción, cuando sea posible, o la eliminación del uso de pesticidas químicos.
·
Minimizar las cantidades de
sustancias tóxicas o contaminantes emitidas al medio ambiente.
·
Manejar de manera más eficaz los
nutrientes reciclando la biomasa y añadiendo regularmente restos vegetales,
estiércol animal y fertilizantes orgánicos para reforzar la acumulación de
materia orgánica en el suelo y equilibrar y optimizar el ciclo de nutrientes.
·
Aumentar la capa vegetal del suelo a
través, por ejemplo, de cultivos y estiércol verde, y reducir la cantidad de
labranza, si es posible a cero, para minimizar la erosión del suelo y la
pérdida de agua/humedad y nutrientes. Estas prácticas, junto con la recogida de
aguas, pretende hacer un uso más eficaz del agua.
·
Promover la actividad biológica del
suelo, mantener y mejorar la fertilidad del mismo.
·
Mantener un alto número de especies y
la diversidad genética, en el tiempo y el espacio, y una estructura compleja
del ecosistema agrícola, con el fin de facilitar un amplio número de servicios
ecológicos y aumentar la resistencia del ecosistema agrícola y la flexibilidad
ante los cambios;1 a través, por ejemplo, de la rotación de cultivos, el
cultivo de relevo, el cultivo intercalado y los policultivos;1,6 o incorporando
árboles multifuncionales, agroforestería y combinaciones de cultivos y
ganado1,6,8 o integrando peces, camarones u otros recursos acuáticos.
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